15.8.05

LA CLASIFICACIÓN

La clasificación, tal como se la entiende generalmente,
no supone establecer una división única de objetos
en grupos separados,
sino también otras subdivisiones de cada grupo
en subgrupos o subclases, y así sucesivamente.


Este procedimiento es familiar a todos nosotros, si no por nuestros estudios en el colegio, seguramente por el viejo juego de "¿AnimaL vegetal o mineral?


El hombre primitivo, para sobrevivir, necesitó clasificar las raíces y las bayas en comestibles y venenosas, ¡os animales como peligrosos o inofensivos y a otros hombres como amigos o enemigos.

Las personas tienden a trazar distinciones que tienen importancia práctica para ellas y a ignorar las que tienen menor importancia en sus asuntos.
Un granjero clasificará cuidadosamente y con todo detalle los cereales y las verduras, pero llamara a todas las flores simplemente 'flores'; mientras que un florista clasificará su mercadería con el mayor cuidado, pero agrupará toda la cosecha del granjero bajo el nombre de 'productos agrícolas'.

Hay diversos motivos que pueden llevarnos a hacer clasificaciones de las cosas, unos de carácter práctico, otros teóricos.
Si una persona tiene solamente tres o cuatro libros, los conocerá muy bien a todos y puede abarcarlos fácilmente de una ojeada, de modo que no necesitará dosificarlos. Pero en una biblioteca pública o universitaria, con muchos miles volúmenes, la situación es muy distinta. S¡ no se clasificaran los libros, el bibliotecario jamás podría encontrar los que busca, y la colección sería inútil.


Ahora bien, ¿cuál es el interés, o el propósito especial que puede tener el científico para preferir un esquema de clasificación a otro? El objetivo del científico es el conocimiento, no de tal o cual hecho particular, si no de las
leyes generales que los rigen
y de las relaciones causales
existentes entre ellos.



Desde el punto de vista del científico. un esquema de clasificación es mejor que otro en la medida en que sugiere más leyes científicas y contribuye mejor a la formulación de hipótesis.





El motivo teórico o científico para clasificar objetos es el deseo de aumentar nuestro conocimiento de ellos.
Y esto último significa una comprensión más profunda de sus propiedades, sus semejanzas, sus diferencias y sus interrelaciones.



Un esquema de clasificación elaborado con propósitos estrechamente prácticos puede oscurecer semejanzas y diferencias importantes.
Así, una división de los animales en peligrosos e inofensivos ubicará en la misma clase al jabalí y a la víbora de cascabel, y en otra clase, al cerdo doméstico y la inofensiva culebra de los pastos; de este modo, se apartaría la atención de lo que hoy consideraríamos como semejanzas profundas, para destacar similitudes superficiales.



Una clasificación de objetos
científicamente fructífera
requiere mucho conocimiento
de esos objetos.


Una característica es importante cuando sirve como indicio de la presencia de otras características. Desde el punto de vista de las ciencias, una característica importante es aquella que se halla conectada causalmente con muchas otras características y es, por consiguiente, útil para la determinación de un gran número de leyes causales y la formulación de hipótesis explicatorias muy generales.


El mejor esquema de clasificación, pues, es el que se basa en las características más importantes
de los objetos que es menester clasificar.

Pero de antemano no sabemos qué leyes causales son
las que prevalecen y, además,
las leyes causales mismas comparten la naturaleza de la hipótesis.



Por eso, toda decisión relativa a cuál esquema de clasificación adoptar es en sí misma una hipótesis, que las investigaciones ulteriores pueden instarnos a abandonar. Si las investigaciones subsiguientes revelan que son más importantes otras características. esto es, que incluyen mayor número de leyes causales e hipótesis explicatorias, es razonable suponer que el esquema de clasificación anterior será abandonado en favor de otro nuevo basado en esas características más importantes.

Fuente principal:
(Irving M. Copi, (1971:410ss), Introducción a la lógica, Eudeba, Bnos. Aires)

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